El llamado “Príncipe de Pérgamo” es una escultura helenística envuelta en misterio y elegancia. Descubierta en Roma en el siglo XIX, representa a un joven guerrero desnudo en posición de descanso, con el cuerpo ligeramente inclinado y la cabeza baja, como si contemplara la derrota o el final de una batalla. Durante mucho tiempo se creyó que la estatua representaba a un príncipe de la ciudad de Pérgamo, herido o abatido, debido a la expresividad de su rostro y su pose melancólica, casi introspectiva.
La ciudad de Pérgamo, en Asia Menor, fue un importante centro cultural y artístico del mundo helenístico, conocida por encargar grandes obras escultóricas para celebrar sus victorias militares. Esta pieza, aunque encontrada lejos de su supuesto origen, parece portar la estética y el alma de aquella época. El escultor capturó no solo la belleza del cuerpo joven, sino también una emoción contenida, sugiriendo que la fuerza y la gloria no siempre son sinónimo de triunfo—muchas veces van acompañadas de dolor, reflexión y humanidad.
Con el tiempo, los estudiosos comenzaron a creer que el “Príncipe” era en realidad un guerrero galo derrotado, representado con respeto y dignidad por los griegos como un enemigo honorable. Este cambio de interpretación—de príncipe victorioso a guerrero vencido—hizo que la escultura se volviera aún más fascinante. Más que representar a una figura específica, encarna un momento de silencio tras la lucha, un tributo a la vulnerabilidad dentro de la grandeza, un tema tan profundamente humano como atemporal.
Material: Resina de alta definición
Peso: 215 g
Altura: 23 cm
*Imágenes meramente ilustrativas.
**Producto frágil.
***Pintura semi manual, lo que genera diferencias individuales en color y peso.