Demóstenes nació en Atenas y, desde muy joven, enfrentó un desafío curioso para quien se convertiría en uno de los más grandes oradores de Grecia: tenía serios problemas de dicción. Pero en lugar de aceptar eso como destino, decidió enfrentarlo con métodos nada convencionales — se dice que practicaba discursos con piedritas en la boca y recitaba contra el sonido de las olas del mar. ¿Un detalle excéntrico? Tal vez. Pero el resultado fue un dominio del arte de la palabra que ha perdurado durante siglos.
La pasión de Demóstenes por la política no surgió solo de la ambición personal, sino también de una profunda inquietud por el rumbo de su ciudad. En sus famosas “Filípicas”, atacaba ferozmente al rey Filipo II de Macedonia, padre de Alejandro Magno. Veía en ese poder extranjero una amenaza a la libertad ateniense. En un mundo donde muchos preferían el silencio de la conveniencia, Demóstenes eligió el ruido de la resistencia — y eso lo convirtió en alguien tan admirado como odiado.
Al final de su vida, vio fracasar sus esfuerzos políticos, pero nunca perdió la dignidad. Rodeado de enemigos y ante la amenaza de prisión, prefirió la muerte a la sumisión. La historia lo recuerda no como alguien que ganó guerras o conquistó tierras, sino como la voz incansable de la democracia, de la lucha contra la tiranía y del coraje de decir lo que debía ser dicho, incluso cuando nadie quería escuchar.
Material: Resina de alta definición
Peso: 250 g
Altura: 22,5 cm
*Imágenes meramente ilustrativas.
**Producto frágil.
***Pintura semi manual, lo que resulta en diferencias individuales en cada producto, tanto en color como en peso.
