Pocos nombres en la historia evocan tanta grandeza como Alejandro Magno. Desde joven fue preparado para la gloria, educado por nada menos que Aristóteles y forjado en el campo de batalla junto a su padre, Filipo. Pero fue tras la muerte del rey cuando realmente demostró de qué estaba hecho. Con una determinación inquebrantable y una ambición sin límites, partió desde Macedonia decidido a redibujar el mapa del mundo.
Cada ciudad conquistada no era solo un trofeo, sino un paso hacia su sueño de unificar pueblos bajo un mismo dominio. Desde Egipto hasta Persia, desde Babilonia hasta la India, forjó su imperio no solo con la espada, sino también con la diplomacia, adoptando costumbres locales y fundando ciudades —muchas de ellas con su propio nombre—. Sin embargo, ni siquiera alguien que parecía invencible pudo vencer al tiempo: su cuerpo sucumbió antes de ver hasta dónde podría haber llegado su visión.
La muerte de Alejandro dejó un vacío que sus generales nunca pudieron llenar. Su imperio se fragmentó, pero su legado permanece. Hasta hoy, es recordado como el joven que desafió a los dioses y ganó, el guerrero que marchó más allá del horizonte y el líder cuyo nombre sigue resonando a través de los siglos.
ATENCIÓN: LA VERSIÓN DE 30 CM SE ENVÍA DESMONTADA
Material: Resina de alta definición
Peso: 300 g
Altura: 18 cm
Largo: 8,5 cm
Ancho: 9,5 cm
*Imágenes meramente ilustrativas.
**Producto frágil.
***Pintura semi artesanal, lo que genera pequeñas variaciones en cada pieza.
